Antes que nada, agradecer vuestro interés
en dedicarle unos minutos a Lya, la protagonista de esta historia, 😊
Les espera ratitos de risa, mesclados con
erotismo.
Si les gusta seguirme, publicaré un capítulo
todos los martes.
Esta obra está registrada.
Capítulo
I
Los continuos ruidos de vecinos atormentan mis sesiones de yoga, y
el olor a neumático quemado no son de mi agrado.
Estoy pensando en subir a la azotea del
edificio e intentar hacer paracaidismo
Noo, ¡es broma chic@s! Por cierto,
me llamo Lya y tengo 25 años. ¡Sí... lo sé! me pusieron nombre de perro, pero
ya estoy acostumbrada. ;)
En fin, les decía, que la ciudad me está
ahogando, necesito un respiro, y desconectar en medio de la nada. He pasado
muchos días aferrada a mi trabajo, ¡no tranquilos, no soy la presidenta del
gobierno italiano! pero si la encargada de personal de la fábrica de
chocolates.
Mil quinientos empleados, ¡sí como lo
oyen! Imaginen cuando se reúnen todos y vienen a quejarse, siento como si
fueran a comerme un centenar de ratas hambrientas.
¿Lo pillan?
—¡Yo no puedo usar matarratas!
Mi jefe me ha premiado con quince días
de vacaciones y en lo único que pienso es en desaparecer.
Preparo la maleta y no sé qué llevar,
pero cojo un poco de todo.
No sé lo que me puedo encontrar en las
"Cinque Terre" Liguria (Italia). Un pueblo situado arriba de un
acantilado, y al buscarlo en Google maps me quedé encantada con su
colorido.
No podía moverme más lejos, mi economía
es escasa pues me acabo de comprar un coche a plazos, y los bancos te hipotecan
de por vida.
Mucho calor, ¡demasiado!, aquí las
temperaturas en verano suben más que mi ritmo cardíaco cundo veo un cuerpazo de
hombretón en la playa. Perdonar, pero en Turín no tenemos mar y mi trabajo
consume la mayor parte de mis horas, así que, para poder ver un poquito de
carne fresca, ¡aprovecho en el gimnasio! :)
—¡Soy soltera!
No soy fea, o por lo menos eso creo yo,
aunque las feas también tienen derecho a enamorarse, pero ese no es mi caso.
Simplemente no tengo suerte en el amor. ☹
—ya, ya sé que es muy complicado eso del
amor, pero me encantaría sentir lo que sintieron Julieta y el atractivo Romeo.
—¡Por dios que estoy en Italia! la crem
de la crem del amor, por lo menos eso fue lo que me vendieron en las películas,
¡y es que a mi ventana no se acercan ni los "carteristas"!
Un largo trayecto por autopistas, con
reiteradas paradas en la gasolinera y altas temperaturas.
—¡Por fin aquí estoy! —dije emocionada
cuando llegué al pequeño hostal.
Un lugar peculiar, con ciertos aires de
grandeza, pero muy básico.
—Da igual, yo lo que quiero es
descansar. —me repetía a mí misma.
Salgo a pasear por la zona y el olor a
mar me inunda hasta el alma. Sí chic@s, el alma puede oler como también sentir,
lo sé por experiencia propia.
Me siento en las rocas a observar la
naturaleza que echaba en falta y pienso en la trayectoria de mi vida.
1ª pregunta:
—¿Soy feliz?
Respuesta:
—No, no lo soy.
Me mude a Italia en una época de Crisis, mi
familia esta lejos y el sueldo tampoco es extraordinario.
Soy española, de Sevilla concretamente. ¡Una
sevillana en Italia!
¿Os imagináis? el idioma me costó un poco, pero
aquí estoy dando todo de mí.
2ºpregunta:
— Pienso y pienso.
No tengo más preguntas, la primera respuesta es la base de todas las preguntas.
Supongo que es hora de pensar en replantear mi
futuro, el trabajo me estresa y no hay absolutamente nada que me ate a este
país.
¡Excepto su comida! su pasta, su pizza, su
boloñesa…
Sola en un pueblo lleno de color, voy a el primer
bar que encuentro, pues pienso comer la pizza mas grande que vea.
Suena la música Tiziano Ferro.
—No, no. —susurro.
Música romántica en un local lleno de velitas
para ambientar, ¡yo sola, que ridícula me siento!
Respiro hondo, no voy a dejar que esa ausencia
suponga el fin de mis minivacaciones.
—¿Qué desea la señorina? —oigo de pronto.
Alzo la vista ligeramente y no respondo.
—Señorita ¿se encuentra bien? —insiste el
camarero.
—Si, sí. Por favor tráigame una copa de vino
tinto. —le dije sin mirarle a la cara —
Válgame dios xikilla ¡cómo está el camarero!
No estoy desesperada, bueno sí, para que mentir.
Alto 1,80 m de altura, ojos grandes y color
azabache. Una barbita sexi bordeando sus labios carnosos. Brazos marcados, y lo
que había debajo de la ropa no lo podía ver, pero a simple vista lo imaginaba.
Engullo la maldita pizza, está igual de buena que
el camarero, quizás de tanto carbohidrato había engordado unos quilos.
Pido la cuenta, diecinueve euros, me fumo un
cigarrillo después de la gran panzada y viene el camero.
—No, eso es para usted. Gracias —le doy la
cajita.
—No para usted — insiste
—Questo è mancia —le digo en italiano que es propina, aunque el parecía entender
el español.
—Lo sé, coja el tique —responde en
español y me hace un gesto estupido.
—¡Este tío es tonto! —me digo a mí misma
y lo cojo mintiéndolo en mi bolsillo.
Al llegar al hostal empiezo a quitarme la
ropa lentamente, pues estaba exhausta de tantos kilómetros y quería darme una
ducha caliente.
Mi sorpresa al quitar las cosas de mi
bolsillo fue encontrar en el reverso del tique un número de teléfono.
¡Ahora podía entender sus muecas!
Doy un salto en la cama de matrimonio
cubierta en sábanas blancas y me pregunto
¿lo llamo?
Lo cuestiono varias veces, pero ¡Qué
coño, estoy de vacaciones!
Una locura al año no hace daño.
Un abrazo enorme para tod@s.
Saludos chismosillos. :)